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- The Phantom Bouquet -

TÍTULO

The Phantom Bouquet

 

FECHA

08 MAR – 07 MAY 2023 

 

LUGAR

IAACC Pablo Serrano

The Phantom Bouquet es el último proyecto de Marta Sánchez Marco, donde la autora muestra una visión de la Naturaleza. Recurre a hojas y flores que rescata en sus paseos, y que hurta del tiempo a través de la fotografía, la intervención con oro o el baño electrolítico. Un elemento clave dentro de este proyecto, y que da nombre a la exposición, es el tratado The Phantom Bouquet, escrito en 1864 por Edward Parrish como guía para la recolección, secado y esqueletización de hojas, ilustrado con algunos hermosos ejemplos. A través de la técnica de electroformado o de la intervención con pan de oro, los esqueletos de las hojas y pétalos quedan recubiertos por una capa del metal precioso, como si se tratasen de joyas, oro que los perpetúa al mismo tiempo que los reivindica como símbolos.

El proyecto se presentó en 2023 en IAACC Pablo Serrano y en la feria Estampa. 

«I believe a leaf of grass is no less than the journey-work of the stars». En la traducción de Borges: «Creo que una hoja de hierba no es menos que el camino recorrido por las estrellas». walt whitman

The Phantom Bouquet. A Popular Treatise on the Art of Skeletonizing Leaves and Seed-Vessels. Es decir, El ramo fantasma. Tratado popular sobre el Arte de Esqueletizar hojas y vainas. Se trata de un popular tratado publicado en 1864, cuyo ejemplar adquiero en una librería de EEUU, sobre esqueletización de hojas, escrito por el farmaceútico de Filadelfia Edward Parrish. Está encuadernado en tela marrón con bordes en bajorrelieve, así como letras y decoración doradas en portada. Consta de 47 páginas, más 5 páginas con láminas en blanco y negro. Tiene una inscripción del anterior propietario en la guarda. Sus páginas están llenas de consejos prácticos acerca de este arte, pero dejando traslucir también un amor a la Naturaleza empapado de Trascendentalismo. He realizado reproducciones de las páginas de este ejemplar, siendo posible su consulta digital en la muestra. Además, este libro fue digitalizado en 2017 por The Getty Research Institute, pudiéndose consultar en línea en Biodiversity Heritage Library.

Topología de las hojas

La web de la Biblioteca de Harvard nos permite examinar página a página, sin prisa, el herbario de Emily Dickinson. Lo hizo siendo niña. Cada página reúne varios especímenes, con el nombre científico caligrafiado. El herbario fija la mirada, la letra y el tacto. La Botánica permite a la poeta en ciernes la interpretación del mundo circundante, segundo círculo alrededor de su casa. Pero esta colonización taxonómica de la naturaleza será seguida de una identificación sentimental, que tomará las plantas como modelo moral y estético. Ambas cosas se unen en la idea de que actuar bellamente es equivalente a hacerlo bien. Para otros, el modelo del buen morir era el de Sócrates. Emily Dickinson invita a aprender de la hierba:

And even when it dies, to pass
In odors so divine

La hierba que, incluso cuando muere, abandona la vida envuelta en perfumes. La poeta deseará, y así lo escribe, ser como el heno.

En su deambular extramuros, recogiendo plantas, esa poeta niña, exquisitamente educada parece andar buscando la pureza del tiempo primitivo. Un tiempo al que nos restituyen, al entender de María Zambrano, los leves signos naturales: “la figura impresa en las alas de una mariposa, en la hoja de una planta, en el caparazón de un insecto”. Signos del universo inscritos “desde muy lejos”, pero también “desde muy próximo”. Esos signos reconducen “a una paz singular, a una calma que proviene de haber hecho en ese instante las paces con el universo (…); el lugar donde se vivió sin pretensiones de poseer”.

Sin pretensiones de poseer o con la mínima pretensión de poseer esa hoja seca encontrada en la calle, a la que se aferra el niño, como a un tesoro, mientras el barrendero arroja a la basura cuantas puede.

Consciente de vivir el destierro de la vieja inocencia, Marta Sánchez Marco se acerca a la naturaleza y aprende de ella, emulando el modo de intervención leve de los naturalistas. Disfruta en los archivos de los viejos museos de Ciencias. Ella misma colecciona hojas. Diversas cajas. En cada caja, hojas del mismo árbol. De un tilo, por ejemplo. Todas pueden parecer iguales, pero ella aprecia sus singularidades. Tiene sus preferidas. Varían el tamaño o el efecto de las plagas. Cada hoja identifica a su árbol, como un signo, pero cada hermana es diferente, pues en ella han intervenido la información genética y el azar. Una hoja esqueletizada, reducida a sus nervios, refuerza a la par su condición de signo y su individualidad. La esqueletización revela su estructura. Este proceso, que tanto interesará a la artista, puede ser natural o artificial. Se ocuparon de él en China, desde antiguo, y en la Era Victoriana se convirtió en un entretenimiento melancólico al que se entregaron, sobre todo, las mujeres. Hojas o pétalos esqueletizados terminaban blanqueándose, cosa que les daba un aire espectral. Después podían componerse ramos. Podemos imaginar así el ramo de novia de Miss Havisham, el personaje de Grandes Esperanzas.

La esqueletización artificial exige una técnica que describe un libro de esa época, obra de Edward Parrish, farmacéutico de Filadelfia: The Phantom Bouquet. A Popular Treatise on the Art of Skeletonizing Leaves and Seed-Vessels. Es decir, El ramo fantasma. Tratado popular sobre el Arte de Esqueletizar hojas y vainasMarta Sánchez Marco ha podido hacerse con un ejemplar. 

Este tratado va aportando sus consejos prácticos, sazonados de un poco de teoría, pero dejando traslucir también un amor a la Naturaleza tan empapado de Trascendentalismo como el de Emily Dickinson. Habla, por ejemplo, del placer de los paseos otoñales, cuando, pese a la desnudez de los árboles, pueden encontrarse hojas esqueletizadas por la acción de diminutos escarabajos que, cebándose en las partes blandas, han despreciado los nervios. Siendo curiosa la prosa y muy bella la tipografía, el libro en cuestión proporciona un especial deleite gracias a sus ilustraciones, xilografías que imitan la retícula de las hojas. Las mejores, las láminas en negativo, dibujo en blanco sobre negro.

De algún modo, el esqueleto de la hoja viene a ser en sí mismo una ilustración encontrada. Es decir, un modo de volverse imagen la hoja, reduciéndose a un esquema significativo. Esto conduce a la idea de “la ilustración como categoría”, que ha desarrollado con gran inteligencia Juan Martínez Moro, acreditando el valor epistemológico del dibujo y su contribución a la ciencia. Este autor nos cuenta, por ejemplo, que el primer tratado botánico ilustrado al aguafuerte se debe a Fabio Colonna, quien, persiguiendo tanto objetividad como detalle, decidió partir de plantas prensadas, cuyo diseño se trasladaba al cobre con la ayuda de un pantógrafo. 

Era el año 1592. Esta objetividad manierista parece un precedente de la fotografía. El herbario de Karl Blossfeldt se convierte, en este sentido, en un mito para la Modernidad y un punto de referencia inevitable. El de las plantas se consagra aquí como un alfabeto formal. Se observan pautas, esquemas, con una rara eficacia taxonómica. 

En un principio, la estrategia fotográfica fue la de Marta Sánchez Marco. Pero ella decidió introducir un elemento de distancia, como si la aproximación más inmediata al mundo vegetal estuviera vedada en nuestro siglo. A la mirada le sucedía lo que al tacto en el caso de Midas, y las flores se convertían en plata al exponerse a su cámara.

En los trabajos más recientes, su vía de aproximación ha variado. Se produce un particular acuerdo, ahora, entre sensibilidad y ciencia. Una poética y una topología botánicas. En ello han influido, a buen seguro, recientes experiencias traumáticas (la pérdida de un ser querido) y lo inevitable de la preocupación medioambiental.

Juegan aquí las hojas reales, sometidas a esqueletización y juega el oro, que interviene como elemento reparador, curando los daños de la intemperie y de las plagas. La artista aprende de una técnica japonesa, afín al budismo zen, destinada a la reparación de la cerámica, y denominada Kintsugi. El oro habla también de eternidad, pues la hoja o la rama, metamorfoseadas, cobran valor mágico, como la mítica Rama Dorada, que la Sibila recomienda a Eneas como salvoconducto en el Averno. Mito que da pie a la descomunal obra de Frazer.

Hojas y flores son arquetipos de lo efímero, pero frente al tópico, la visión de Emily Dickinson las reconoce como signo de una naturaleza siempre viva. Un principio que parecen refrendar las matemáticas. El esqueleto de las hojas revela una geometría fractal. Se trata de dibujos autosimilares, donde lo pequeño imita a lo grande, donde el dibujo de los nervios más finos equivale al de las ramas desde el tronco. El diseño del árbol sigue el patrón de sus hojas, como propone genialmente un conocido cuadro de Magritte. Una teoría que sigue una idea de Goethe, según la cual, “la hoja es la planta”, pues todas las partes del árbol son derivaciones de la hoja.

El proyecto para el IAACC Pablo Serrano parte de un homenaje a Edward Parrish y a su libro. Marta Sánchez Marco se apropia de su tratado sobre la esqueletización. Después despliega a modo de herbario una secuencia de hojas reales. Puntuando esa secuencia, los nichos del peculiar espacio elegido funcionan como lupas sobre esas leves realidades, sobre esos “signos de la naturaleza”. Se hace zoom sobre una hoja particular. Y se multiplica la imagen en varios modos de ilustración: un espécimen esqueletizado, otro transmutado en joya, más una gran fotografía. Las fotografías, gracias a la ampliación, permiten a la vista recorrer la geografía de la hoja: espectáculo fascinante. La idea espectral del “álbum fantasma” queda remarcada, también, por medio de las proyecciones. 

Marta Sánchez Marco cita con frecuencia un verso de otro norteamericano, uno de Walt Whitman. “I believe a leaf of grass is no less than the journey-work of the stars”. En la traducción de Borges: “Creo que una hoja de hierba no es menos que el camino recorrido por las estrellas”. Su trabajo último viene a confirmar al poeta.

alejandro j. ratia

Hoja esqueleto prensada y seca en baño electrolítico de oro 24K, fijada con agujas de entomología y enmarcada en urna de cristal y papel. En las “hojas esqueleto”, las nervaduras permanecen, desprendiéndose el limbo o parte plana de la misma. El electroforming es un proceso aplicado a la joyería a través del cual se realizan piezas de cobre con la forma del objeto original, sobre las cuales a posteriori se pueden aplicar otros baños metálicos, como oro o plata.